martes, 14 de junio de 2011

LA OPINION DE UN PROVEEDOR


A finales de 2008 la crisis ya comenzaba a acuciar a empresas del sector de la construcción en Zaragoza.

Mermados sus recursos financieros y seguramente temerosos de que algún acreedor pudiese instarles a concurso, “Horcona” comenzó a ofrecer a sus proveedores permutar sus deudas por acciones de Inbesos propiedad de sus mayoritarios a través de una empresa patrimonial perteneciente a la acción concertada que estaba obligada a lanzar una OPA. Alegaban la imposibilidad a hacer frente al pago de facturas de otra forma y que esa era la única forma de “cobrar”.

En todos los contratos de permuta se establecía la condición de que no se acudiría a la oferta (que todos sabíamos que sería a 4,60) y los precios de las primeras operaciones rondaron en numerosos casos los 3 euros/título.

Otra de las condiciones de esos contratos de permuta fueron los plazos que se estipulaban para vender los títulos a mercado. (12 meses en el mejor de los casos desde la firma). En muchos de esos contratos, la empresa patrimonial se comprometía a recomprar los títulos al mismo precio de referencia más una prima adicional por el supuesto aplazamiento.

Estamos hablando de gremios del sector; empresarios sin experiencia en bolsa: albañiles, fontaneros, electricistas, carpinteros, pintores, escayolistas...

Han transcurrido largos meses y aquellos títulos permutados han supuesto para muchos la ruina de sus empresas. Unos pignoraron, otros malvendieron forzados por la situación, a otros les ejecutaron… otros nos mantenemos a duras penas soportando el peso de una deuda que cumple ya casi 3 años esperando algún día poder vender recuperando al menos lo que se nos debe.

Lo que en principio nos vendieron como un “favor” evitando de esa forma un concurso “necesario” hoy se ha convertido en una “injusticia” consentida. Si cualquiera de esos proveedores vendiese hoy a mercado los títulos que le permutaron a 3 euros; recuperarían menos de una sexta parte de su deuda.

Durante los dos últimos años la cotización ha estado muy por encima de lo que está hoy y cualquiera de esos proveedores podría haber vendido “saltándose las reglas”. Pero la realidad es que las limitaciones de los contratos y la supuesta “tranquilidad” que transmitía la empresa nos han traído hasta aquí.

La esperanza es lo último que se pierde, pero día a día la situación empeora y la indignación crece.

Un día… creí en “personas”, creí en “proyectos”, creí en “palabras”

Que me devolvieron… indiferencia, incompetencia y mentiras.

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